domingo, 22 de noviembre de 2015

Una Triste Realidad.

 

Algo que no se puede ocultar, es que cada día los servicios médicos se vuelven inoperantes por el cúmulo de personas enfermas que necesitan atención, y esto lejos de detenerse es como un fenómeno en expansión como el Bing bang. Anualmente se gradúa más médicos, más enfermeras, más personales de salud, se construyen más hospitales, más centros de salud y el resultado cada día es más catastrófico como el cuento de la buena pipa. Los directores de Salud se están volviendo locos, se halan los pelos porque los problemas están a la orden del día y dichas situaciones son mal canalizadas. Eso quiere decir que no vamos por el camino correcto, lo lógico era que fuera al revés, que cada día disminuyeran enfermedades y enfermos teniendo en cuenta que tenemos un desarrollo tecnológico agresivo, mas sin embargo hay que desviar una gran parte de esos recursos en medios de diagnósticos complejos como los somatones, equipos laparoscópicos etc. Los médicos también se están volviendo locos, la presión asistencial hace que la final se vean pacientes como soplar botellas y esto es un gran error pues se pierde la conexión medico paciente y el desarrollo de un adecuado pensamiento médico, que pueda cortar la raíz de la enfermedad. Qué barbaridad ver toda esta situación y saber en verdad que es lo que hay que hacer. Hace poco me ofrecí para dar charlas educativas a los padres sobre cultura alimentaria en las escuelas y eso cayó en saco roto, porque al parecer es más importante tratar enfermos. Claro que duele, por nuestros hijos, por nuestros nietos que pueden ser arrastrados en la cultura del Parquin que se está dando en nuestro Panama, con excesos, drogas, alcohol, sexo, cambiar el día por la noche, destruirse los tímpanos, hasta cuando señores seguiremos jugando como la gallinita ciega, esto es un tema más serio, de lo que pudiera apreciarse.

Como digo a veces, sé que no puedo cambiar al mundo, más si todo proviene de nuestro destino, pero si lo digo como cuando Galileo dijo y sin embargo gira, para no ser quemado en la hoguera. Solo nos queda orar.

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