domingo, 22 de noviembre de 2015

Corto pero aleccionador viaje.

 

Hace años estando en una lista de correos, donde se compartían cosas interesante sobre la medicina y la salud pasó algo que me llamo la atención. De repente uno de sus miembros comenzó a publicar toda una serie de artículos que generalmente se guardan como tesoros, relacionados con el nuevo pensamiento filosófico de nuestros tiempos. Al cabo de los días, me enteré de que tenía un cáncer terminal y le quedaba poco de vida. Esa Sra. con sangre muy fría, nunca comento nada del tema, lo que hizo fue lanzar y compartir todo aquello que tenía para el resto del mundo.

En nuestro medio las personas que adquieres ciertas habilidades o conocimientos generalmente no lo compartes, es parte de la competencia por sobresalir y convertirlo en otro negocio más de los existentes.

Nos tomó casi una vida aprender lo que nunca me enseñaron y el costo ha sido bien caro. Cosas tan sencillas como hacer de las comidas un momento de paz en compañía de la familia, dar gracias por esos alimentos que tenemos en la mesa, donde tantos millones de personas sufren de desnutrición. Realizar una adecuada masticación y como único pensamiento disfrutar el arte de comer, no comer de pie y viendo Tele o hablando de temas de trabajo con un amigo. Mi vida ha sido error tras error con el costo de un envejecimiento prematuro y pérdida de la calidad de vida. Y la veo como un viaje largo entre tormentas y como ya me acerco a la orilla señal del final. Ha sido un muy costoso aprendizaje pero que bueno porque muchas personas nunca aprenden y mueren siendo brutas.

Qué paradoja nos preocupamos por la calidad del aceite de nuestro carro y no de la calidad de nuestra comida, así somos y así seguiremos si no pasa algo para el cambio de nuestra mentalidad.

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